La vida no deja de sorprenderme y yo misma no dejo de sorprenderme. Cuando uno cree que han caído las capas, que el muro ha sido derribado, de repente aparece una piedrecita en el camino. Han sido días de quitar piedrecitas, de observar las erupciones volcánicas de las emociones, los vendavales del miedo, la relatividad del peso, rocas que impiden el paso con lenguas de lava, rocas que asustan pero que no pesan. Días de dolor profundo no vivido desde hace años, de amor profundo, de vivir todo lo que llevo dentro en mi regazo. Y el sol, alto y dorado, siempre presente por encima de las nubes, observando al viento, dispuesto a darnos calor mientras barremos las piedras del camino, mientras sacamos pequeños cantos de nuestros zapatos.
Con un pie aún en una isla y el corazón en jornada de reflexión, aterrizo poco a poco en suelos de blanco invierno. .
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No tenía la seguridad de estar actuando correctamente, pero tenía la seguridad de estar actuando tal como quería actuar.Dijo:
-No se ofendan ustedes. No voy a firmar.
La insoportable levedad del ser, Milan Kundera
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