miércoles, 13 de mayo de 2009

Tarta por fresas


No duermo bien. Por la noche me acosté tarde y por mi cabeza pasaba el mundo entero.

-No puedo dormir
-Ven...

Me despierto y me esperan 6 horas de autobús, alguna cabezada, charlas incoherentes con dos inglesas que querían mi asiento y la misma película repitiéndose en una pantalla que me queda demasiado lejos para poder ver con nitidez.

-Kaixo! ¿Qué tal el viaje?
-Pues vaya, el autobús pasaba por todos los pueblos...
-Vamos a un taxi, hemos quedado con los abuelos y con Marisol en el Boulevard.

Me saltan las alarmas. ¡Vamos a comer fuera!

-¿Dónde? ¿Pero tienen menú para celíacos?
-Sí, llamé ayer y está todo listo.

La comida es estupenda. Se acuerdan en todo momento de que no puedo tomar ni gluten ni lactosa. Cambian mi aperitivo por una especie de aceite de atún rojo en chupito y disfruto de unos magníficos espárragos a la plancha seguidos de un expléndido rodaballo. El pan, el mejor que he comido en 5 meses. A todos les parece insulso, pero a mí me parece exquisito. El lugar, El Bodegón de Alejandro, el primer restaurante de Martín Berasategui.

Mi pan


Por la tarde empieza a llover y volvemos a casa. Mi habitación es ya la habitación de Manex y dejo mis cosas encima de su nido con peluches, cuelgo el vestido que me pondré el domingo en el lateral de su cuna y releo aquella carta que le escribí hace meses, ahora enmarcada en la pared. Cuando me meto en la cama por la noche, cojo sus peluches. Quiero que se impregnen de mí, para que cada vez que venga a verme me reconozca por mi olor. Quiero que en ellos quede algo de mí, aunque sólo sea la esencia, para que por las noches me sienta cerca. Duermo tranquila, a pesar del mundo entero corriendo en mi cabeza y de caerme de la cama al sonar el teléfono.


El domingo amanece medio despejado. Parece que el día se va a portar. Desayunamos y retomamos costumbres de hace tiempo: el circuito de la ducha, el qué me pongo, dónde está mi cazadora, ese pantalón no te pega, venga que llegamos tarde...


Nunca antes había ido a una comunión y mi padre y yo nos quedamos fuera. Tomamos un café, damos un paseo y charlamos. A la salida, mil fotos, mil niños, mil momentos. Nosotros dos permanecemos algo separados, conscientes de lo mal que se nos dan estas cosas.


Toca volver a comer, pero ya no me da miedo. Estoy encantada con lo bien que reaccionan en todas partes. Esta vez no tengo menú especial, pero en la cocina saben de qué hablamos y adaptan mi menú. Langostinos, merluza y solomillo sin guarnición.

No puedo comer tarta pero, ¿qué hacemos cuando no se puede? Innovamos, creamos, pensamos y ejecutamos...Ante mí aparece un flamante sorbete de limón sin lactosa con una cama de frambuesas caseras...El lugar, Laia, en Hondarribia.

Un buen remate para la conversación de la comida. Tanta crisis, tanta inestabilidad, tanto no poder, no aceptar lo que somos, como personas, como país, como sociedad. Quizá todo sea tan sencillo como cambiar de pantalón si no pega con una chaqueta, volver a subirse a la cama si uno se cae o crear un postre distinto con lo que se tiene.

Ver los cambios como las oportunidades que son porque cuando nos vemos obligados a reaccionar es quizá cuando nos mostramos como realmente somos.

6 comentarios:

Juan korkuerika dijo...

Las crisis se traducen en adaptación y esto al final te hace más fuerte...
Chapa y sigue Pokol ;-))
Muxus

Ona dijo...

Qué bueno Pokol... sí, los cambios hay que tomarlos como oportunidades!!!
"...las revoluciones se producen... en los callejones sin salida..." Bertolt Brecht

Muxu!

flx dijo...

je je...lo cuentas tan bien, que hasta parece que sea mejor lo que te preparan a ti que el menú de los demás. Más o menos conozco el tema un poco y es un poco palo estar siempre pendiente de todo y con las listas de marras, pero a todo se acostumbra uno.

Sobre las oportunidades que nos brindan los cambios, hay que ser valiente y saber adaptarse...es la teoría de la evolución ¿no?


besos

Pokol dijo...

Claro...A mí los cambios siempre me han sentado bien...Uno empieza de nuevo con muchas ganas y fresco:)

Félix! Pues sí, es que mi comida estaba mucho más rica, pero lo que a los demás les gustaba era "la atención" que tenía yo, que tenía al chef, al encargado y a los camareros revoloteando a mi alrededor todo el rato...:)

Ona...¡Qué bueno es Brecht!Los cambios como oportunidades...Filosofía oriental...Que siempre es sabia

Pekas dijo...

Ese último párrafo... buffff....
cuánta verdad... y que bien lo has descrito... gracias... es un buen regalo para estos momentos...
:-)))))))

( aunque la foto de esos espárragos... ummmmmmmmmm... ;-)))

Pokol dijo...

los espárragos estaban buenísimos...

La frase, reflexiones de lo que veo y experimento conmigo misma y con los demás:)La vida es así...