viernes, 8 de mayo de 2009

Reikeando...


Antes de llegar estoy nerviosa, como quien se presenta a una entrevista. No es mi primera vez, pero todos cambiamos y descubrimos siempre algo nuevo que nos hace reaccionar.


-¿Yo también me quito los zapatos?
-Como tú quieras, yo sí que me los tengo que quitar.


Me descalzo y me tumbo. Me gustan los pies descalzos. Me gusta el contacto con el suelo, con la tierra, me gusta empatizar con él.


Me centro en una respiración consciente, comenzando en el vientre, llenando los pulmones, reteniendo en el vacío. Así consigo relajarme mientras empezamos con la cabeza. Cada mano cubre un lado y noto el primer contacto. Sigo nerviosa, expectante y mi cabeza se dispara, "¿Y si no siento nada?, ¿y si siento demasiado?, ¿y si no logro concentrarme?"


Vamos descendiendo y llegamos a la garganta, el pecho, el corazón. Todo bien. Noto las manos circulares. "¿mueve las manos de verdad o simplemente tengo la sensación de que algo gira encima de mí?"


Estómago. Movimientos circulares y calor, mucho calor. "¿Por qué me produce tanto calor su mano en mi vientre? Me estoy ahogando, soy espesa y viscosa, como el mercurio". Noto una oleada de...¿vibración?, ¿calor? Entre su mano y mi vientre hay mercurio. Noto la presión y noto cómo el mercurio asciende y desciende en cada movimiento. Me recuerda a la espuma de afeitar presionada entre dos manos, puedes comprimir ligeramente y volver a expandir...Pero esto es distinto, es espeso, es oscuro y me angustia, me produce deshazón.


Levanta sus manos y siento el vacío. El mercurio desaparece, tan rápido como llegó. Así que no eran mis nervios, ni mi imaginación. El mercurio estaba, está, ahí. Ya no siento calor y quiero que vuelva a posar sus manos porque, por alguna razón, a pesar de la espesura, el calor me calma.


Una rodilla...De nuevo círculos. Recupero el ritmo de mi respiración y todo vuelve a fluir. La otra rodilla "Me arde, me está ardiendo. Huesos y más huesos". En mi mente aparecen estructuras óseas sin orden, no sé qué son. Tienen algún color y me queman. Círculos, oleadas que suben de nuevo, aunque más suaves. Ésta vez no me ahogo.


Levanta sus manos y el calor desaparece. Llegamos a los pies. Respiro y todo empieza a girar. Estoy en una espiral con mis pies por delante. Mi cuerpo intenta dar vueltas en el sentido de la espiral, pero sólo consigo ladearme, mis pies anclados por sus manos. No quema, tan sólo gira.
Terminamos. Sale de la habitación y yo empiezo a darme cuenta de la certeza de mi concentración. Poco a poco tomo contacto con la sala, con la manta que me cubre, con la música, con la luz...Ya no siento vibraciones, ni círculos. Me toco la garganta y no hay nada.


-¿Qué tal?
-Extraño
.


Le cuento. Me cuenta. Las mismas sensaciones pero vistas desde dos puntos distintos. El hígado, el estómago, la rodilla derecha. El mercurio, no querer entrar a ver lo que hay...


Salgo y me preguntan si estoy bien. Llegué con la tripa algo hinchada, de hecho llevaba todo el día analizando si había comido algo que tuviese algo que no puedo comer. Ahora estoy mejor. Me encuentro mejor. Esta mañana me desperté y notaba las lágrimas a punto de caer sin motivo alguno. Son sensaciones en oleadas. Se pasa. Ahora sigo alerta porque no sé reconocer exactamente lo que siento ni sé ponerlo en su sitio, así que de momento espero, aunque sé que está ahí.


Quizá la próxima vez vea más.

3 comentarios:

Ona dijo...

Tiempo. Despacio.
Un beso y un abrazo grandes

Pekas dijo...

Seguro que verás más... si tú quieres verlo... :-)))

Curiosa Primavera... tiempo de "reformas"... de renovación... por aquí anda el personal
"removido"... pero la sensación posterior siempre es agradable y y apaciguadora del alma...

Un abrazo reikiniano... ;-)))

Pokol dijo...

Después de la tormenta viene la calma...O eso dicen:)