Cuenca Dreaming...

No tengo puente y el viernes me revuelvo en la oficina. Veo el sol a través de la ventana, el cielo despejado y voy contando las horas para irme.

-Ey, ¡venga! Vamos a salir antes y así llegamos para tomarnos algo en el Panorámico con la puesta de sol.

Así que a las 9 ya estamos sentados en la terraza viendo como la roca acompaña al sol y va pasando de naranja a rojo...Así hasta desaparecer.

-¿Y mañana dónde vamos?
-Pues podemos calentar en Las Grajas y luego al Fortín, que hay proyectos.

Nos despertamos con un cuco que no para y seguimos solos en mitad del pinar. Desayunamos y nos ponemos manos a la obra. Llevo casi tres semanas sin escalar y noto que mi cabeza está un poco abrumada. Dos quintos que me parecen metidos con calzador. Vamos subiendo grado y el coco despierta, los pies empiezan a subir donde tienen que subir y ya estamos en materia.

Voy quitando de la lista alguna vía pendiente y sin decir nada el Chavo me lleva de cabeza a la Guarra. Pero no podemos escalar aquí porque hay un nido en la parte final. Otra vez será. Me quedo con ganas de volver a escalar esta vía que me parece de lo más disfutona, pero pruebo El Golfo. Está claro que no es la Guarra, pero me parece un viote también. Dejaremos descansar a los pajaritos mientras tanto...



Seguimos escalando y van cayendo más vías: placas, diedros...7 vías cada uno y decidimos que es hora de parar y guardar fuerzas para el domingo. Así que nos vamos a tomar algo. Nos siguen sobrando horas de luz y es que los días cunden en esta época del año.

Alex está en la Hermita y nos vamos a hacerle una visitilla mientras alucino con los megalolos que vuelan por la octava dimensión. Me quedo pegada mirando, pensando cómo pueden subir así de "fácil". Es otra dimensión, está claro.

Por la noche nos juntamos un buen grupito para cenar. Dos chicas de las que aprietan de verdad, de las que te hablan de monodedos cuando a tí aún te entran tres falanges en el mismo sitio, de las que llevan toda la vida en esto...Pero a pesar de ser "inhumanas", a la hora de la cena son como los demás: madres, mujeres conversadoras, trabajadoras o estudiantes. Estar con ellos me llena de motivación y el vino de Alex me sume en un sueño profundo.

Dormimos hasta casi las 10 y nos lo tomamos con mucha tranquilidad. Nos acercams al secto el merendero. Un sitio muy bonito para pasear pero el Chavo y yo nos miramos el uno al otro y nos reímos:

-Un poco chustas, ¿no?
-Ya te digo, vaya pie de vía...
-No hay nada marcado por aquí. ¿Nos vamos?
-Venga, vamos a Paules.

Este sector me trae buenos recuerdos del verano, de mis primeros 6bs, de aquellos días en los que me dí cuenta de que podía hacer algo más.

Hace algo de frío y no consigo arrancar. Veo a una de las chicas de la cena escalando y estoy dispuesta a quedarme sin cuello por verla escalar. Movimientos limpios, respiración acompasada...¡Precioso!

Volvemos al Fortín para que el Chavo se meta en proyectos: Aguantoformo. Hacemos un par de vías para calentar de nuevo y mi cuerpo despierta.

-Niño, ¿te importa si hago esta otra seguida?

Aguantoformo

Seguimos escalando y el Chavo se queda cerca del encadene. Un pequeño fallo al quedarse sin cintas en un lado y Cuenca gana. Yo sigo disfutando de verle escalar con los pies clavados, con movimientos limpios y dándolo todo en cada paso.

Se acerca el domingo por la tarde y empiezo a estar algo triste.

-Niño, si viviéramos en Cuenca podríamos escalar hasta las 10 de la noche y luego tomar algo, nunca se puede aprovechar el domingo por la tarde viviendo en Madrid.

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Hoy en el trabajo tocaba una sesión completa de training. Me hablan de nuevos programas de facturación, pero yo estoy pendiente de mis dedos algo doloridos que me recuerdan que Cuenca existe. Es mi pequeño sueño hecho realidad.