martes, 7 de junio de 2011


















































Cuando hay mucho movimiento a veces no hay palabras.

Tampoco hace falta.

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"De vez en cuando, la nuera de la granjera se acercaba a la cama; era joven, tenía un rostro fresco, rubicundo, de rasgos un poco toscos, y ojos negros, vivaces y límpidos. Un día le trajo un puñado de cerezas y se las dejó en la almohada. Le prohibieron comérselas, pero se las llevaba a las mejillas, que le ardían como el fuego, y se sentía aliviado y casi feliz".

Suite francesa, Iréne Némirovsky

1 comentario:

Pekas dijo...

Mirando las fotos.. las palabras sobran...

Disfruta.. y como me dice una buena amiga.. Vibra...