lunes, 29 de noviembre de 2010

Huevos rotos

































Como los huevos rotos, pero sin huevo, como mi tortilla vegana de harina de garbanzo, con buen sabor pero algo espachurrada. Somos lo que comemos, somos lo que cocinamos y quizá nos parezcamos a lo que sale de nuestra sartén. Dos días de nuevos ingredientes, de calor en las manos, de opresión y dolor en el pecho y sí, por qué no reconocerlo, de angustia, soledad, sentimiento de abandono. Pero creo que con empeño encontré la mezcla perfecta entre agua y color. La pasta quedó sin grumos, suave al paladar, fina para el estómago.
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Uno conoce los ingredientes con los que alimentar su vida sólo que, como todo, nuestros gustos varían, a veces nos saturamos de un sabor, de una textura, de una sensación. Pero si te gustó, te gustará y el recuerdo de su olor será siempre cercano y familiar.
Pokol
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Las dos mujeres estaban sentadas a la mesa de la cocina, y tenían judías verdes entre las manos, quitándoles los hilos. Volvieron la cabeza hacia mí, pero yo sólo vi, en el marco de la ventana, la jaulita del grillo, con su hoja de lechuga, ya pachucha. Entonces se me doblaron las rodillas y caí al suelo. Pero no perdí la conciencia. Aunque estaba muy confusa y, sobre todo, muy sorprendida de mí misma, de cuanto se me revelaba: la voluntad, el deseo de ser yo por encima de todas las prohibiciones, costumbres y barreras. Y volví a acordarme del Impávido Soldadito de Plomo. Pero esta vez, ya, como se recuerda un jueguete de nuestros primeros años, quizá roto.
Paraíso Inhabitado, Ana María Matute

2 comentarios:

Pekas dijo...

Textos llenos de alimento... somos lo que comemos..lo que cocinamos..lo que escribimos.. lo que amamos...

Un bello texto para comenzar la semana... eso si.. que hambre me ha entrado.. ;-))

la granota dijo...

Hay que romper huevos para hacer tortilla... o no.