
Sigo sin saber qué tiene. Pero no traiciona. Escale o no escale, cada regreso de Cuenca es volver con sangre nueva.
Simplemente se palpa en el ambiente. Es Cuenca...Es dura con los dedos, es dura con el grado, es dura en muchos sentidos. Pero también son muchoss atardeceres, amaneceres, tranquilidad...
Es el dolor en los dedos el lunes por la mañana y el recuerdo a roca naranja.
El sábado conocemos un nuevo sector: "La Cueva de la Zarza". No está mal. Aunque no es lo mejor de Cuenca. Antes de escalar decido quedarme un rato sola en el mirador. Me preparo un té, me siento, lío un cigarro y disfruto del silencio del barranco. Dormimos aquí, en el mirador, tras un atardecer llameante y una cena improvisada.
El domingo, volvemos a territorio conocido: El Fortín. Alex tiene un sietebé que probar y yo quiero darle un peguecillo a un seiscé más a la derecha "El Pubis de Annubis". Calentamos y descubrimos que es un seiscé recio, recio. Bye, bye. Anda que no hay vías en Cuenca...Me dedico a probar otras vías. Será por vías...
La tarde va cayendo. Nos recogemos con comida típica que yo no puedo comer en Nohales. Vino, tortita de arroz para mí y mucho cachondeo...
3 comentarios:
Cuenca... atardecer llameante... muchas vías...
Qué buena pinta, ¿no?
Que disfrutes del puente, Martita, un beso grande
P
¡Qué ganas tengo de conocer esa roca naranja!
Bss
Hermosa Cuenca.. yo también la hecho de menos...
Este año.. será un buen año... fijo...
Besos sin gluten.. ;-)))
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