martes, 21 de abril de 2009

Imagina un camino...



Cuatro añitos desde que aterricé en Madrid. A veces me da la sensación de que el tiempo haya pasado volando pero me doy cuenta de que no es así. Soy consciente del largo camino y de lo acontecido en todo este tiempo, al igual que sigo recordando vívidamente el día en que abandoné Australia:

-Pero ¿cómo que no puedo dejar de ser residente australiana? ¡No hay quien os entienda! ¡Primero no me dejáis venir y luego no me dejáis dejaros!
-Para cancelar su residencia tendrá que hacer una petición en la embajada detallando las razones, etc.
-Bueno da igual, de momento me voy...

Recuerdo el cabreo en el avión y el cambio repentino de humor al encontrar "Mar Adentro" de Amenábar entre las películas disponibles y pensar "Adentro que vamos...".

Mes y medio más tarde aterrizaba en Madrid, con ropa para unos días, que se convirtieron en 2 meses antes de volver a casa a por el resto. Cosas que llenaban un par de maletas debajo de una cama en una habitación minúscula en Argüelles, cosas que ocuparon ya una habitación en otros pisos y en Malasaña, cosas que ocupan un piso entero en la actualidad.

Este sábado llovía y dando un paseo por el centro aterrizamos en el outlet de Skunk Funk. "Niño, cuando vine a vivir a Madrid, fui un día a comprar huevos, me puse a andar y terminé en esta tienda comprando un vestido parecido a éste". El cerebro empieza a trabajar y recuerdo el calor de aquel verano, el termómetro de Moncloa marcando siempre 38 ó 39 grados, la nuca empapada por las noches, el trabajo mal pagado, los dos únicos conocidos en la ciudad fuera por vacaciones, los recuerdos punzantes de otros momentos solitarios en la otra cara del globo...

Otra tienda en Malasaña. "Ey niño, aquí me compré la chupa granate. Tienen cosas guapísimas aquí y ponen música buenísima". De fondo Blind Melon, que me recuerda al sueño de un viaje en coche de Nueva York a Chicago que nunca ocurrió, que me recuerda a un cambio de trabajo, a mucho correr y mucho entrenar. Carreras y más carreras...

"Puf, no sé cómo pudiste vivir en Malasaña canija". Un máster que aún no sé de qué me sirve, que me llevó a conocer a gente, que me llevó a compartir piso con ellas en el caos madrileño. "El piso era bonito y la compañía insuperable". Un máster agotador (además de caro) que me enseñó mucho sobre mí misma. Gracias a él me di cuenta de lo equivocada que estaba en mi enfoque profesional. Me enseñó algo importante: lo que realmente no me gustaba y no quería hacer. Momentos de saturación, tanto marketing, tanta comunicación, tanta urbe...Así que vuelvo a lo conocido desde pequeña, me las apaño para salir a la montaña como puedo, conciendo a gente, poco a poco. Revivo y me sigo curando y reencontrando. Me evado de la urbe y empiezo a encontrar mi hueco. Conozco a un guía de montaña que me alquila un piso, consigo la independencia y sigo ahondando en mi sitio. Empiezo a escalar...

Muchas experiencias. Pérdidas. Grandes encuentros. Cuatro años y estoy encontrada por mí misma. Y por otros. No está mal, pero ya vale de Madrid, ¿no?


"Imagina un camino...Fíjate en los detalles, en lo que te rodea...El camino es cómo ves la vida: complicada, sencilla, recta, tortuosa, agradable, cálida, fría, pedregosa, llana..."

5 comentarios:

la granota dijo...

Ahhh, los caminos inexcrutables...

sigue, no pares

Chavo dijo...

Yo me voy contigo...

Pokol dijo...

claro niño. Y si tú no vas, yo me quedo contigo:)

ASUNCION dijo...

YO TAMBIÉN ME QUIERO IR.....
perdón por la intromisión..jejeje¡:)
BESOTES¡¡

Pokol dijo...

jajaja, tranki, q no hay intromisión...

A cerrar los ojos, a imaginar el camino...Y ale, a caminar!!!