Salimos el viernes en un viaje lleno de risas. Oscar se empeña en llevarme todo el viaje con la ventanilla bajada y yo me empeño en quejarme todo el rato. Menos mal que a medida que nos vamos acercando a Cardaño de Abajo empieza a refrescar y se decide a mantenerla cerrada.
Tenemos un par de habitaciones en un caserón magnífico, justo al pie de Espigüete. EL dueño nos habla largo y tendido sobre sus ascensiones al Espi en invierno y sobre los peligros cercanos al Curavacas. Nos tomamos unas cuantas cervecitas en el jardín, nos comemos los bocadillos que nos ha preparado la super mami de los hermanos y decidimos irnos a dormir.
Por la mañana el día está soleado. Creo que vamos a pasar calorcito y la aproximación es un poco rollo: un buen rato andando por pista. Desayunamos bien, pan con aceite y pan con mermelada, zumito y te y nos vamos.
La subida es, por la cara sur, una pedrera espantosa. Hemos elegido mal. Teníamos que haber ido por la cara norte. Cada vez que nos damos la vuelta, vemos las planicies y la chimenea de la central eléctrica.
Llegamos a la cima. Rafa y yo haciéndonos terapia sobre la vida. Yo soy así porque el mundo me ha hecho así...
Las vistas desde la cima de Espigüete son increíbles. Es una preciosidad ver Picos de Europa delante de nosotros, mirar a todo nuestro alrededor y ver tanto espacio, ver tantas cosas... Todo un deleite. Oscar y yo nos vamos a crestear un poquillo mientras Rafa sufre viendo cómo subimos y bajamos, subimos y bajamos...
La bajada es más criminal de lo que parece. La pedrera me cuesta un par de culadas y varios ataques de risa. Oscar se baja corriendo y con los bastones parece que está en el eslalon gigante...
Cuando llegamos a Cardaño descubrimos un bar que resulta ser como una asociación de vecinos...El caso es que nos ponemos birra va, birra viene...todo, por 2 duros...
Como yo soy la única que le ha dado a la cerveza sin alcohol, llevo yo el coche para buscar un sitio para cenar. A Rafa no le mola, pero se aguanta.
Cenamos fatal. El camarero nos mete como puede en el primer turno del comedor y nos trata como domingueros. Y no sólo eso, sino que este camarero alias “copito con gafas” nos trata fatal. Ni siquiera merece espacio en mi blog.
Tenemos un par de habitaciones en un caserón magnífico, justo al pie de Espigüete. EL dueño nos habla largo y tendido sobre sus ascensiones al Espi en invierno y sobre los peligros cercanos al Curavacas. Nos tomamos unas cuantas cervecitas en el jardín, nos comemos los bocadillos que nos ha preparado la super mami de los hermanos y decidimos irnos a dormir.
Por la mañana el día está soleado. Creo que vamos a pasar calorcito y la aproximación es un poco rollo: un buen rato andando por pista. Desayunamos bien, pan con aceite y pan con mermelada, zumito y te y nos vamos.
La subida es, por la cara sur, una pedrera espantosa. Hemos elegido mal. Teníamos que haber ido por la cara norte. Cada vez que nos damos la vuelta, vemos las planicies y la chimenea de la central eléctrica.
Llegamos a la cima. Rafa y yo haciéndonos terapia sobre la vida. Yo soy así porque el mundo me ha hecho así...
Las vistas desde la cima de Espigüete son increíbles. Es una preciosidad ver Picos de Europa delante de nosotros, mirar a todo nuestro alrededor y ver tanto espacio, ver tantas cosas... Todo un deleite. Oscar y yo nos vamos a crestear un poquillo mientras Rafa sufre viendo cómo subimos y bajamos, subimos y bajamos...
La bajada es más criminal de lo que parece. La pedrera me cuesta un par de culadas y varios ataques de risa. Oscar se baja corriendo y con los bastones parece que está en el eslalon gigante...
Cuando llegamos a Cardaño descubrimos un bar que resulta ser como una asociación de vecinos...El caso es que nos ponemos birra va, birra viene...todo, por 2 duros...
Como yo soy la única que le ha dado a la cerveza sin alcohol, llevo yo el coche para buscar un sitio para cenar. A Rafa no le mola, pero se aguanta.
Cenamos fatal. El camarero nos mete como puede en el primer turno del comedor y nos trata como domingueros. Y no sólo eso, sino que este camarero alias “copito con gafas” nos trata fatal. Ni siquiera merece espacio en mi blog.
2 comentarios:
No pasé tanto miedo, no seas exagerada, sólo era pánico cuando veía la V!!! Casi tanto como cuando te dejé el coche...
Y lo bien que os llevé??? Jo, anda que yo no me he sentido tan observada conduciendo la vida...jejeje
Publicar un comentario